Pasaron soles veraniegos y brisas refrescantes una vez, un febrero de esos donde empiezas a despertar del letargo inaugural de fin y principio de año. Se va ya, como se fue la tarde refrescante en que ella decidió partir, se va ya, como lo hizo también ese sonido inaugural del día en donde me contaba sus causas, sus días, sus esperanzas.
Como nos decía Parra, "uno solo conserva lo que no amarra." Y aunque quede el sinsabor de no poder más, de no poder encender esa maquina imaginaria que te lleve a la noche en que pronuncio palabras bellas y te dio besos mágicos; te pones a pensar en que tal vez el querer debe ser mas valiente de lo que imaginabas y que este se basa aveces en correrse y dejarla seguir, todo para verla sonreír una vez más.
Este febrero en definitiva no será como los demás, eso es fácil entenderlo en los ejercicios de respiración nocturnos, en el té de la madrugada y en el vino para poder dormir.
La cosa es simple, no se puede buscar más explicaciones, o analisis de discursos donde nunca llegas a un fin o a una respuesta favorable.
Aunque este mes se pase, con todo aquello; queda en estas mañanas ese despertar adolorido, donde te preguntas como estará; ya sin pretensiones o tal vez con la mínima pretencion de saber si es feliz, si camina por ahí como lo hizo el día en que la vistes por primera vez, cursando con una riza esperanzadora y con ese corazón que ilumina a cualquiera.
Chau febrero...